Cuidado con las fotos en las redes

Tecno 26 de febrero de 2018 Por Prensa
¿Sos conscientes de lo que supone colgar una foto o cualquier contenido en internet? ¿Qué pasa con nuestros datos que circulan por la red? ¿Pensas en las consecuencias que puede tener un acto tan sencillo y al alcance de tanta gente?
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fotos en la red

Poca gente realmente lee las condiciones de uso que imponen las redes sociales para poder tener acceso al servicio. Son textos largos y pesados y tendemos a aceptar las condiciones sin mirarlas mucho o nada. Mònica Vilasau, profesora de los Estudios de Derecho y Ciencia Política, advierte que es «una práctica muy conveniente», pero que resulta difícil porque muchas veces utilizamos dispositivos que no permiten una lectura fácil y amable.

La consecuencia de no leer las condiciones es que no sabemos las implicaciones que tienen las acciones que realizamos en las redes, que cada vez tienen más usuarios. Según el informe sobre el uso de redes sociales del IAB (2016), en España ocho de cada diez internautas de entre 16 y 55 años utilizan las redes sociales, lo que representa más de 15 millones de usuarios. El estudio constata que las redes preferidas son Facebook, YouTube, Twitter e Instagram y que el 36% de los usuarios cuelgan y comparten contenidos.

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La mayoría de internautas ofrecen demasiada información personal


Una vez cedidos los derechos intelectuales, sin embargo, estas plataformas podrían realizar muchas más acciones con nuestras imágenes, como por ejemplo venderlas, ponerlas en una base de datos, obtener algún rendimiento económico… De momento, no se sabe que lo hagan, sobre todo porque no les interesa, según Xalabarder, y además podrían tener problemas con los derechos de imagen, que a menudo no tenemos en cuenta. Y es que la experta en propiedad intelectual recuerda que una cosa es que saquemos una foto y como autor tengamos derecho a colgarla, pero otra cosa es que esto no implica que la persona que aparece en la foto haya consentido que la colguemos en la red.

Con los datos personales que introducimos en una red social, una aplicación o una página web, pasa tres cuartos de lo mismo. Para Mònica Vilasau, experta en protección de datos de carácter personal en internet, está claro que una vez introducidos «perdemos su control», a pesar de que cada vez lo hacemos más. Según datos de la Encuesta sobre equipamiento y uso de tecnologías de información y comunicación en los hogares (2016) del Instituto Nacional de Estadística (INE), el 75% de los usuarios de internet durante el último año ha suministrado algún tipo de información personal por medio de internet: el 66 % ha dado datos personales (nombre, fecha de nacimiento…), el 65% ha introducido datos de contacto (dirección, número de teléfono…) y el 45% ha dado datos de pago.

Vilasau explica que en las condiciones de uso es donde se tendría que informar sobre quien tiene acceso a todo este tipo de información, pero «esto no impide que en algún caso se haga uso de ella posteriormente y que se ceda a otras personas, aunque sea vulnerando la legislación». Es más, hay que tener en cuenta la posibilidad de accesos a la información no consentidos, por ataques informáticos, por ejemplo.

Precisamente Raquel Xalabarder es de la opinión de que el riesgo no viene tanto de la plataforma, puesto que serien los primeros en ser perjudicados, como más bien de hackers. Además, añade, aunque las plataformas llegaran al punto de vender las fotos o sacar rendimiento de ellas, por ejemplo, «los usuarios acabarían ejerciendo los derechos que nos protegen como consumidores».

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En la actualidad estamos a la espera de que tres de las plataformas con más usuarios, Facebook, Twitter y Google+, cambien precisamente las condiciones de uso porque no se ajustan a la normativa europea de protección de consumidores. Existen cláusulas de los contratos presumiblemente abusivas porque comportan un desequilibrio muy grande entre los derechos y las obligaciones de las dos partes, como por ejemplo que se puedan modificar las condiciones de uso unilateralmente, lo que la ley europea no permite.

Sea como fuere, «la certeza de que nadie use mal de tus datos no la tiene nadie», asegura Vilasau, a pesar de que reconoce que existen canales más seguros que otros: por ejemplo, determinadas extranets de entidades financieras o determinados comercios que dan más garantía de fiabilidad. «La única posibilidad de una cierta garantía de control sería que el interesado cifrara los datos con técnicas de cifrado seguro», concluye.

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