VARADA EN UNA ISLA PARADISÍACA DE TAILANDIA

Cultura 20 de noviembre de 2020 Por Ma. Emilia López
“Dejo todo y viajo”, se planteó durante casi dos años Delfina Seoane, licenciada en Ciencias de la Comunicación de 30 años de edad. En la teoría suena sencillo, en la práctica es un paso difícil de dar. Quería instalarse en Australia con su novio, pero por la pandemia quedó atrapada en una isla del Sudeste Asiático
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Delfina es porteña, se define como autoexigente, ordenada y algo estructurada. Siempre imaginó que antes de cumplir 30 años emprendería un viaje totalmente incierto. “Era una buena alumna, me recibí en la facultad a tiempo, a los 19 años empecé a trabajar en los medios de comunicación y no paré de crecer en la industria. Para mí era inadmisible renunciar a todo para salir a explorar”,

“Tenía ganas de no tener solo 15 días de vacaciones pero a la vez me daba miedo soltar todo. Lo primero que hice fue irme sola unas semanas a México”, relata. Fue el inicio del cambio. Visitó las playas de Tulum, Playa del Carmen y la Ciudad de México: “Fue una experiencia reveladora. Cuando volví a Buenos Aires, dije ‘renuncio y me voy’".

A finales de 2018 conoció a Salvador, su novio, que también estudió Ciencias de la Comunicación.

El destino elegido fue Australia por la calidad de vida, las posibilidades laborales y de viaje. Aplicaron a la visa Work & Holiday y la obtuvieron. “Había una necesidad de experimentas un mundo nuevo, cambio de trabajo, rutina, experiencias...”.

Trabajó, juntó muchos ahorros. “Llegué a tener cuatro actividades para generar ingresos rápido”, explicó. A ese ritmo, Delfina logró acumular aproximadamente 8.000 dólares, suficiente dinero para establecerse unos meses en el exterior. “Estaba agotada”, relató.

En septiembre de 2019 avisó en su trabajo que iba a partir. Lo mismo hizo con sus amigos y con su familia. La reacción no fue para nada positiva. La cuestionaron: “¿Estás loca? ¿vas a dejar todo? ¿y cuándo vuelvas qué?”. No los escuchó y se fue.

El coronavirus transformó sus vacaciones en una estadía distinta y larga en el sudeste de Asia. “Los veinte días de descanso y turismo se convirtieron en cuatro meses de miedo e incertidumbre muy lejos de casa”, recuerda.

La pareja estuvo viviendo en esta paradisíaca isla del golfo de Tailandia con apenas dos mil habitantes. “Nos empezamos a quedar sin ahorros, sumado a la incertidumbre por situación sanitaria. Muchas veces dudamos en volver, pero a la vez queríamos llegar a Australia. Además, en Argentina no teníamos trabajo, ni casa. No tenía mucho sentido pegar la vuelta”.

A la vez, la playa fue su refugio, el patio de su casa alquilada. Se iba a dormir con el sonido de las olas del mar. “Tuvimos un momento de lucidez y con Salvador nos planteamos emprender en el mundo digital para poder solventar la estadía incierta”. Autodidactas y complementando sus habilidades, crearon Tao Marketing, una agencia de marketing simple.

¿Qué es lo que más costó a la hora de acostumbrarte?

-Vivir con tan poco. Hace nueve meses que solo tengo una mochila de nueve kilos. Me asombra hoy día no tener objetos, no compro nada material, solo me aferro a lugares y vivencias.

A pesar de los contratiempos, ¿recomendarías la experiencia?

-Sí o sí. Fueron meses costosos. Hubo altibajos, angustias, miedos varios. Sin embargo, es lo que más voy a recordar, lo más valioso que hice en mi vida.

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